Las recomendaciones actuales es que los niños de todo el mundo deben ser alimentados exclusivamente con leche materna durante los primeros 6 meses de vida para conseguir un adecuado crecimiento, desarrollo y los mejores estándares de salud. Después de esta edad, la alimentación ya debe incorporar otro tipo de alimentos inocuos, para garantizar sus necesidades nutricionales. A la vez que continúan con leche materna hasta los 2 o más años.
Pero la realidad en nuestro país es muy diferente. Según la Encuesta Nacional de Salud de 2011-2012, la prevalencia de la lactancia materna exclusiva al mes y medio de vida es del 64%, a los 3 meses del 52% y a los 6 meses apenas del 24%. En Canarias esta prevalencia es del 60% a las 6 semanas de vida, disminuyendo al 47% a los 3 meses y apenas llega al 25% a los 6 meses de vida.
Desarrollo de las glándulas mamarias.
Las mamas aumentan su volumen y su peso durante el embarazo y lactancia, pero no es cierta la creencia de que el tamaño influye en su capacidad para producir leche. La producción y el mantenimiento de la lactancia se ve influenciado por las terminaciones nerviosas que existen en el pezón y su estimulación por el niño durante la lactancia.
Es a partir del 5.º-6.º mes de embarazo cuando la mama comienza a fabricar pequeñas cantidades de leche. Tras el parto y la expulsión de la placenta, en el cuerpo de las madres se produce una caída en los niveles de las hormonas encargadas de la gestación (estrógenos, la progesterona y el lactógeno placentario). Esto asociado a un aumento de los niveles de las hormonas de la lactancia (prolactina) conllevan un aumento importante en la producción de leche (conocida como bajada o subida de la leche).
En muchas ocasiones pensamos que son las madres las que controlan la producción de leche, cuando en realidad es el lactante quien regula la producción láctea de la mama, adaptándola a sus necesidades. Mediante la succión y otros estímulos este provoca la secreción hormonal adecuada y a su vez mediante el vaciado de los pechos anula los efectos inhibidores locales. Estos factores locales, que regulan la producción láctea, son la presión intraalveolar (sensación de pechos llenos) y el factor inhibidor de la lactogénesis que actua disminuyendo la producción láctea y la sensibilidad a la prolactina (cuando no se vacía el pecho con regularidad). Siendo el predominio de estos dos factores especialmente el inadecuado vaciado del pecho la causa más frecuente de no tener leche (hipogalactia).
Las situaciones de estrés en la madre y/o el recién nacido durante el parto se asocian con retraso en la subida de la leche, observándose que el contacto precoz (piel con piel durante el parto) y el amamantamiento en la primera hora tras el parto aumentan las probabilidades de una lactancia materna eficaz y mantenida en el tiempo.
Leche materna.
La leche materna (LM) ha sido el único alimento disponible para la supervivencia de los lactantes desde que nuestra especie existe, por lo que es razonable asumir que representa el alimento óptimo para el lactante. La LM contiene macronutrientes (grasas, proteínas y carbohidratos) y micronutrientes (minerales, elementos traza y vitaminas) en las cantidades adecuadas para cubrir las necesidades nutritivas de los lactantes y asegurar un óptimo crecimiento y desarrollo. Así como componentes inmunológicos (IgA secretora, oligosacáridos, lisozima, lactoferrina, nucleótidos, citocinas, etc) que defienden al lactante y lo protegen contra las infecciones invasivas. No hay otra época en la vida que un solo alimento sea capaz de cubrir todas nuestras necesidades de una forma tan amplía.
Tipos de leches:
Existen diferentes tipos de leche durante la etapa de lactancia, así tenemos que:
Calostro: es un líquido amarillento debido a su alto contenido en betacarotenos, siendo habitual este tipo de leche desde el nacimiento hasta el 5° día de vida aproximadamente y su valor energético medio es de 67kcal/dl, variando la cantidad que se produce entre 2-20 ml por toma aproximadamente.
Leche de transición: es la leche que se produce entre el 4.º y 15.º día posparto. Y como su nombre lo indica es algo intermedio entre el calostro y la leche madura.
Leche madura: se produce aproximadamente a partir de la segunda semana de vida y su composición va a variar en dependencia de la etapa de la lactancia, la hora del día, el momento de la toma, la nutrición materna y las variaciones individuales, proporcionando al lactante los nutrientes necesarios en cada edad. Hacia el final del primer mes, la composición de la leche materna es de 38% de carbohidratos; 56% de grasas y 6% de proteínas.
Composición y función de los elementos en la leche materna.
Durante una toma completa el niño no recibe una leche de composición fija con constituyentes uniformemente distribuidos, sino que recibe un producto que varía desde los primeros instantes de la succión hasta los minutos finales de la misma. Ajustadas al momento específico en que se encuentra de su desarrollo el lactante.
Las inmunoglobulinas presentas en la lactancia materna y presentes en el intestino de los lactantes alimentados con leche materna representa un mecanismo de defensa fundamental frente a la infección, al evitar que los virus y las bacterias invadan la mucosa. Acción que desarrolla de forma conjunta con la lactoferrina, la lisozima y otros.
Lactosa
La lactosa presente en la leche materna además de aportar cerca del 40% de la energía aportada por la leche, favorece la creación de un pH intestinal ácido que potencia el crecimiento de bacterias como el Lactobacillus bífidus, a expensas de bacterias menos favorables o patógenas. El pH bajo, además, contribuye a aumentar la absorción de minerales (calcio, fósforo, magnesio) en el intestino delgado distal.
Oligosacaridos
Los oligosacaridos como la lacto-N-tetraosa, la lacto-N-fucopentaosa y monofucosilada I y II representan la mayoría de oligosacaridos presentes en la leche materna. Y dada su resistencia parcial a la digestión en el intestino de los lactantes, les permite actuar como una especie de “fibra dietética” de la LM con importantes implicaciones nutritivas y biológicas, incluyendo el control de la motilidad intestinal, el volumen fecal y el tiempo de tránsito. También debemos incluir su efecto probiótico, al aumentar el número y/o actividad de las bifidobacterias.
Ácidos grasos
Los ácidos grasos esenciales son precursores de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LC-PUFA), tales como el araquidónico (C20:4 ω-6) y el docosahexanoico cuya vía de producción es a partir de sus precursores como son el linoleico y alfa-linolénico. Se ha calculado que el contenido de LC-PUFA en la LM es de 57 mg/100 ml. Así, la ingesta de LC-PUFA por parte de un lactante amamantado que ingiere aproximadamente 175 ml/kg/día de leche es de 100 mg LC-PUFA/kg/día, cantidad más que suficiente para cubrir los requerimientos del recién nacido y del lactante.
El recien nacido pretérmino presenta una mayor vulnerabilidad. Si no se aportan LC-PUFA ω-6 y ω-3 en su dieta, su nivel en sangre disminuye rápidamente lo que conlleva alteraciones funcionales. La disminución del nivel de docosahexanóico (DHA) se asocia a disminución de la agudeza visual, mientras que la disminución de ácido araquidónico (AA) se asocia a un menor crecimiento.
Minerales
La leche materna cubre los requerimientos de calcio de los lactantes durante los primeros 6 meses de vida, siempre que el intestino del lactante conserve la capacidad de absorber el 70% de toda la disponibilidad del calcio en la alimentación.
El hierro: la LM es una pobre fuente de hierro y no se modifica suplementando la dieta materna. Disminuyendo su contenido de 0,4-0,8 mg/l en el calostro a 0,2-0,4 mg/l en la leche madura. A pesar de que su contenido en la leche materna es bajo la alta biodisponibilidad y las reservas del recién nacido hacen que sea muy raro que un lactante desarrolle ferropenia antes de los 6 meses.
Vitaminas
Con el paso de los años se ha podido observar que existe riesgo de déficit de vitamina D en los lactantes por lo que dosis diaria recomendada es de 400 UI desde los primeros días de vida.
La vitamina K no atraviesa prácticamente la placenta, por lo que el recién nacido nace con escasas reservas corporales de esta vitamina. Por otro lado, su contenido en el calostro y en la leche madura es bajo y aún cuando la ingesta de vitamina K en la madre sea adecuada. Motivos por lo que la profilaxis con vitamina K es necesaria en todos los niños amamantados para prevenir la enfermedad hemorrágica del RN, que puede condicionar una hemorragia intracraneal responsable de la muerte del recién nacido o graves enfermedades.
Beneficios de la lactancia materna.
Por todo lo explicado previamente consideramos que más hablar sobre los beneficios podríamos hablar sobre los riesgos que conlleva el uso de sustitutos de la lactancia materna. Cualquier perjuicio, por pequeño que sea, será más grave en un país con una tasa de morbimortalidad infantil elevada, pero ello no significa que los lactantes en los países industrializados deban exponerse a riesgos innecesarios, aunque sean más leves. De hecho, los niños no amamantados en países de alto poder adquisitivo tienen mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas, de requerir hospitalización por infecciones y de desarrollar enfermedades en la edad adulta.
Y cuáles son los riesgos de los que hablamos, se ha visto que existe una peor adaptación gastrointestinal. La alimentación con sucedáneos provoca un tránsito intestinal más lento: es conocido que se requieren aproximadamente 3 horas para el vaciado gástrico en los niños alimentados con fórmulas artificiales frente a 1 hora en los niños amamantados, junto con una eliminación de meconio más lenta.
La ausencia de hormonas presente en la lactancia materna pero ausentes en las fórmulas artificiales retrasa la maduración del epitelio intestinal y el cierre de las uniones intercelulares, favoreciendo el paso de antígenos (proteínas con poder de desarrollar una respuesta inmune sea alérgica o autoinmune) y bacterias a la sangre durante los primeros días de vida. Con ello, se facilita que los lactantes alimentados con sucedáneos sean más susceptibles a las intolerancias alimenticias, principalmente a la leche de vaca.
La ausencia de las immunoglobulinas y otros factores protectores en los sucedáneos hacen que los niños no alimentados con leche materna padezcan episodios de mayor duración y gravedad, de algunos tipos de infecciones (gastrointestinales y otitis media).
La sepsis (infección bacteriana grave y potencialmente letal) y la meningitis son más frecuentes en niños no amamantados, incluso meses después de finalizar el periodo de lactancia.
El síndrome de muerte súbita del lactante ocurre con mayor incidencia en los lactantes alimentados con fórmulas artificiales.
En otros artículos hablaremos sobre las ventajas de la lactancia materna para las madres. Esperamos que les haya gustado.